Una leonesa y un madrileño fueron los únicos de cinco aspirantes que terminaron el curso de pastor
La Casa de Pastores de la Vega de Enol fue el escenario elegido ayer para la clausura del VI Curso de Pastores de los Picos de Europa, una actividad en la que se inscribieron cinco alumnos pero sólo dos acabaron el ciclo que se prolongó desde el 1 de mayo hasta el 30 de septiembre. Durante la entrega de diplomas acreditativos a los dos zagales supervivientes: la leonesa Arianne García Rozas y el madrileño Luis Madrid Vergara, el promotor del proyecto Escuela de Pastores, Fernando García Dory, adelantó que 2012 fue «un año muy difícil porque el curso se desarrolló sin presupuesto». Es decir, que los dos aspirantes a pastores pasaron cinco meses en las majadas de los Picos de Europa sin un euro que llevarse al bolsillo.
Y como principal carencia del proyecto, Dory señaló que «lo que necesitan estos chicos son apoyos para su reinserción en el sector». No obstante, reconoció «compromiso, interés, vocación y ganas de aprender» en los dos alumnos que finalizaron el curso. Por todo ello, comentó que «merecen el reconocimiento y el agradecimiento de la sociedad en su conjunto».
El alcalde de Onís, José Manuel Abeledo, que también estuvo presente en la entrega de diplomas, confirmó que su Ayuntamiento va a «continuar apostando por la Escuela de Pastores», exigió que «se involucre en esta actividad Parques Nacionales» y expresó la necesidad de «buscar un nuevo modelo de gestión para el Parque de los Picos de Europa», en el que se garantice «el control del lobo y las quemas controladas de matorral».
En relación a los daños del lobo, Abeledo se extendió en un largo monólogo y dijo: «Ni siquiera se pueden comentar los pasos que se dan para controlar la población de lobos por la presión que ejercen los ecologistas y que tanto gustan de salir en la prensa. Esos ecologistas viven en las ciudades y nosotros no nos metemos en lo que ellos hacen allí. Que vengan aquí a dar la cara y que nos explique qué es lo que quieren». Y concluyó comentando que «lo que necesita el Parque son jóvenes del medio rural que se involucren en la actividad, pese a la presencia de muchos lobos y abundante matorral».
Y tampoco faltó Rodrigo Suárez Robledano, director del Parque de los Picos de Europa, quien se limitó a señalar que «los fines de Parques Nacionales son la conservación del uso y el territorio». Bajo ese prisma opinó que «el curso de pastores permite la continuidad del hombre en el tiempo y el espacio».
Y ¿qué piensan de todo esto los dos zagales supervivientes?
Arianne García, de 31 años y residente en León capital, adelantó que había aprendido «el manejo y el comportamiento de los animales y a elaborar queso». Confirmó que carecía de salario durante el curso y explicó que los pastores tutores le proporcionaban «comida, alojamiento, a veces vestuario y mucho cariño». Y de su futuro como pastora matizó que «si me sale una oportunidad dentro de este sector no la desaprovecharía». Eso sí, es consciente de que necesitaría «un plan de viabilidad, ganado, dinero, instalaciones y una quesería».
Luis Madrid, de 27 años, residente en el barrio madrileño de Aluche y licenciado en Ciencias Políticas, encontró aspectos positivos y negativos en la actividad. Como positivos señaló que «aprendí un oficio nuevo y mucho de mí mismo. Aquí, en un mundo muy limitado pero profundo, el tiempo pasa de otra forma y las relaciones humanas posibilitan una convivencia estrecha y profunda». Y entre los negativos destacó que «falta continuidad porque terminas el curso y estás en el vacío. No hay bolsa de trabajo, ni red de viviendas y también falta asesoramiento».